En el escenario de la vida, cada cual elige su papel. Uno escoge ser un plácido navegante recostado sobre una balsa, que espera sin sobresaltos que las corrientes lo lleven a la orilla; evita cualquier riesgo, se siente seguro y valora estar en fuerte compañía. El otro, cual John Wayne, opta por ser un jinete solitario que a trote cansino entra al pueblo dispuesto a enfrentar a una poderosa pandilla, sin necesidad de ayuda de nadie, por sus propios medios; se basta a sí mismo.
Paleógrafo Jose Antonio Oliveros// El navegante y el jinete solitario
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